De la mueble al taller, un camino de azares y decisiones…

Por J. Reydecel Calderón O.

—¡A la fregada con este mugrero de “no te enojes”! — Mateo agarró la tabla donde estaba trazado el juego de mesa, la aventó con decisión hasta el techo del taller y la quebró en pedazos; no era lunes, era un día entresemana.

—Enójense, si quieren, —dijo— aquí no venimos a jugar, venimos a chingarle, no a perder el tiempo jugando a esa chingadera, cabrones.

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