Mueblería del Pueblo… fin de una era

  Cuando uno solo sueña es un sueño, una fantasía, una ilusión, pero cuando varios, …muchos, soñamos juntos, es ya una esperanza, una hermosa utopía.

Helder Cámara

Por Leticia Castillo

Empezar a escribir un final siempre es difícil porque no encuentra uno por dónde empezar.

La tan querida Mueblería del Pueblo, hace más de 40 años inició actividades con tres grandes maestros (Humberto, Leonel+ y Lorenzo+) en un cuartito de una colonia proletaria de la ciudad de Chihuahua. Con sus mínimas herramientas, pero con todo el entusiasmo de generar un cambio social en la elaboración de muebles y artículos de madera al alcance de personas de escasos recursos.

En ese tiempo todavía no era más que una simple carpintería con tres soñadores que se la jugaron ante las adversidades de las economías inestables que iban y venían en ese tiempo. Serían los años 79-80.

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Reydecel, vuela mar adentro…

La mañana de este domingo 22 de octubre, 2023, nuestro querido amigo José Reydecel Calderón Ochoa –impulsor y alma de este sitio– emprendió vuelo hacia mares eternos. Sus familiares, su madre, sus hijas, hermanas, hermanos, sobrinos, así como un caudal de amigas y amigos, se han reunido para despedirlo y celebrar su vida de entrega generosa y de alegrías, tristezas y esfuerzos compartidos. Ahora el viento y la lluvia de otoño lo acompañan, y él deja un enorme legado de humanidad, entre otras muchísimas cosas, el contenido invaluable de esta publicación.
Arioshi ba, Rey. Te extrañaremos.

De la mueble al taller, un camino de azares y decisiones…

Por J. Reydecel Calderón O.

—¡A la fregada con este mugrero de “no te enojes”! — Mateo agarró la tabla donde estaba trazado el juego de mesa, la aventó con decisión hasta el techo del taller y la quebró en pedazos; no era lunes, era un día entresemana.

—Enójense, si quieren, —dijo— aquí no venimos a jugar, venimos a chingarle, no a perder el tiempo jugando a esa chingadera, cabrones.

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Celebrar la celebración

Por Francisco Xavier Ortiz

Ir a la carpintería y pasar al lado de un serrucho eléctrico aserrando con su intenso ruido me sigue causando un discreto escalofrío que pronto pasa, pero que siempre ocurre. Es claro que el recuerdo de la niñez cuando perdí el índice de la mano izquierda en una sierra eléctrica, permanece… ¡cómo olvidarlo…!
Y sin embargo esa sensación siempre es superada cuando se aprecia todo el entorno que implica el trabajo y los resultados de un taller donde se desempeña el honorable oficio de la carpintería.

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La Carpintería del pueblo en los 90: De azahares y milagros (parte tres)

Por J. Reydecel Calderón O.

Trabajaba ese día soleado en el banco de madera que está al fondo del taller, ensimismado apenas alcancé a ver que alguien entraba por la puerta grande del taller abierta de par en par; con paso firme y marcado avanzó hacia mí:

—¿Qué haces?

—Solo termino este buró

—Y, después?

—No sé…pienso que quizá me deba de ir ya de este lugar…

—No…tus amigos nos hemos ido; pero confiamos en ti… ¡sigue adelante..!

Dio media vuelta y se fue, sin saludar y sin decir adiós, era Kuata, nuestra

Kuata Pérez…

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La carpintería de los años 80: su abc y adn (parte 2)

Por José Reydecel Calderón O. 

A medio día se cerraba el portón de madera del taller porque durante una hora  sería la red de la portería de futbol mientras jugábamos tercias a lo largo y ancho de la calle 42 y acueducto; deteniendo un poco el balón para que pasara un carro, o para que pasara una señora cargando su niño o llevando las tortillas de maíz de la tortillería contigua. Un balón largo de casi 20 metros de distancia rebotaba sobre el portón y a veces caía en el jardín de rosas y violetas de nuestra vecina viejita de enfrente; uno de nosotros debía de atreverse a pedirle que nos lo devolviera de buena manera, tardaba un poco, pero al fin nuestra  vecina  aparecía con una cara de  impaciencia  y de ya basta, y lo regresaba hacia el lado distinto del que lo pedía; injusto el momento, pero se repetía día tras día. Amigos de nosotros acudían con regularidad a la hora de jugar la cascarita. Sobre el pavimento de la calle, en el cordón de concreto o en los camiones estacionados se estrellaban los huesos de nosotros y los balones: más de una vez y más de unos de nosotros se fracturó un pie, una pierna, o se abrió la cabeza. Sudorosos, jadeantes, colorados, o pálidos, con camiseta o con el torso desnudo, volvíamos a las labores del taller, hacíamos fila para ir a tomar agua, nos secábamos el sudor y de nuevo abríamos de par en par el portón; el portón verde que ahora tenía una franja transversal blanca para marcar la altura reglamentaria de una portería de futbol.  La edad media de los integrantes del taller rondaría entonces en los 22 años de edad. Los máistros maestros mayores jugaban con ánimo. Las jóvenes de ventas y de la oficina, las bellas jóvenes, nos echaban porras desde la banqueta.

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Carpintería de La Mueble en los ochenta: su abc y adn (parte 1)

Por J. Reydecel Calderón O.

Primera parte | 5/8 + 5/8 = 1 ¼”, no igual a 10/8, según la cinta de medir basada en el sistema que parte de la unidad de pulgada; es una operación que al principio se hace lenta y después se hace con la rapidez de la memoria y la costumbre. Para calcular el piezaje de una tabla se multiplica, el espesor: 1” X el ancho: 12”, X el largo: 96”, nos da:  1 152 “, que hay que dividir entre 144, para que se haga cúbica la medida, nos da: 8´piés cúbicos tabla. Pero para hacer sencilla la operación sin necesidad de un lápiz y papel, se hace así: 1x12x8, igual a 96”, entre 12”, igual a 8 piés cúbicos tabla. Para comprar la madera  hecha tabla primero hay que calcular las medidas en base a lo que vamos a hacer, después cuidar que la madera esté lo más seca posible y derechita, sin botones, y saber la calidad y modo de expresarla, la dos y mejor es calidad de exportación; la número tres, es buena, no excelente, pero muy apta para hacer muebles; la número 4 es de mala calidad, pero si está recta es  útil para hacer bastidores que luego se cubren con paneles de triplay o de otros .

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El gran Juanito

Un barco frágil de papel
Parece a veces la amistad
Pero jamás puede con él
La más violenta tempestad

Porque ese barco de papel
Tiene aferrado a su timón
Por capitán y timonel
Un corazón, un corazón, mi corazón

Alberto Cortés

Por Lety Castillo

En 1985, a principios de marzo, inicié mis labores en la Mueblería del Pueblo y tuve oportunidad de conocer y descubrir que era posible construir un mundo nuevo y mejor. Ahí conocí a los compañeros que en anteriores escritos he mencionado, entre otros a JUAN ANGEL CRUZ ELORREAGA nuestro querido Juan Cruz quien ahora no está físicamente entre nosotros.

Juan llegó a la Mueblería del Pueblo, hoy Carpintería del Pueblo, junto con Monserrat Domínguez “Chacho”, hermano de Prisciliano Domínguez, “Prisci”, allá por 1981, invitados por el mismo Prisci, según su testimonio.

En mi primer día de trabajo en la Mueblería, recuerdo perfectamente la imagen de Prisci, sentado en una de las sillas que había en la oficinita que ocuparía yo. Muy serio, por cierto, y creo que a la fecha lo sigue siendo. Desde luego que a Chacho era difícil no localizarlo dado su carácter más “cascabelero”, así como a algunos otros. A Juan lo recuerdo como el que no intentaba sobresalir sino más bien el que hacía lo que se le pedía. Como él nos comenta; eran aprendices de carpinteros y después de 4 años, que fue cuando llegué yo, creo que ya habían aprendido carpintería, pero sobre todo habían aprendido de esa escuela de la vida que nos invita a ser mejores seres humanos y Juan lo aprendió muy bien sin hacerse notar.

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La mueble se hizo a la mar con viento a favor

LA MUEBLE, EL NAVIO

Por J. Reydecel Calderón O.

La estrella del norte era clara para los tripulantes y solo había que navegar al horizonte para alcanzar la alta mar. Había olas grandes, sin embargo, que golpeaban su estructura y la desequilibraban.

La mueble había crecido muy rápido y contraído créditos para adquirir su nuevo edificio, así como para  repararlo y adecuarlo para industria y comercio. Los donativos y apoyos que recibió de instituciones y de personas de buena voluntad no bastaron para comenzar la empresa de fabricar y vender.  Organizados ante hacienda como patrón con actividad empresarial conjuntamos las dos actividades.

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La buena voluntad

Por J. Reydecel Calderón O.

Un día del mes de mayo de 1979, quizá, Antonio Domínguez y un servidor, trabajábamos haciendo ladrillos  en los patios del Señor Rubén Peraza, padre de nuestro amigo y compañero del seminario, de igual nombre.  Nuestro trabajo ordinario era de peones en la construcción, en la obra, pero era muy intermitente la ocupación, en esos  intervalos, hacíamos ladrillos. Era una labor muy cansada. Separar la tierra a azadón, hacerla poza para batirla con agua, y de ser posible danzar en ella  remangados hasta las rodillas, con los pies descalzos, luego batir hasta hacerla moldeable…y dejarla descansar…

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Las mujeres en la Mueblería del Pueblo: equilibrio natural

Por Leticia Castillo

Hace poco tiempo terminé de leer un libro de la autora Isabel Allende cuyo nombre es “Mujeres del alma mía”. Este libro habla sobre las mujeres que fueron importantes en la vida de Isabel y quienes han formado parte de sus novelas. Desde luego yo no soy novelista, pero sí me doy cuenta que he conocido muchas mujeres que como Isabel las podría llamar “Mujeres de mi alma” y quiero compartir a ustedes este escrito de las mujeres que a partir de la Mueblería del Pueblo fui conociendo y descubriendo la belleza envuelta en cada una de ellas.

Quisiera hacerlo en el orden que las fui descubriendo. Aunque ha pasado tanto tiempo ¡¡más de 30 años!!! continúan habitando en un espacio de mi corazón que yo lo llamo de “Infonavit” porque caben tantas y tantos…

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La Mueble en las colonias

Por J. Reydecel Calderón O.

Un día de Semana Santa de 1982 nos presentamos en el lugar de Mueblería del Pueblo, en Ave. Zarco y 42, Arturo González y yo.

Días atrás habíamos decidido como comunidad de La Lealtad apoyar al grupo de los muebleros del pueblo.

Nos recibió Humberto Lozano Martínez, El Flaco. Un breve recuento nos hizo de la historia y de las posibilidades de este centro de trabajo y de reunión.

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Lety Castillo: “Mueblería del Pueblo, Universidad de la Vida”

Por Lety Castillo

En 1985 cuando estaba por terminar mis estudios universitarios de Contador Público en la UACH fui invitada por Reydecel Calderón a trabajar en la Mueblería del Pueblo.

Para ese entonces yo estaba trabajando en La Procura, un espacio en el que mi trabajo consistía en llevar algo de contabilidad y colaborar en todo lo necesario para hacer llegar apoyos a los indígenas de la Sierra Tarahumara a través de las obras de los sacerdotes jesuitas y no jesuitas, así como también religiosas que trabajaban en distintos lugares de la sierra. En algún tiempo a Reydecel y a mí nos tocó ser compañeros de trabajo en la Procura ya que él también trabajó por ese lugar.

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Adolfo Decanini: “Hablar de la Mueblería del Pueblo es hablar de valores”

Por Adolfo Decanini

Para mi experiencia personal y desde la Lealtad llegar a la Mueblería del Pueblo fue una continuación de mi experiencia de búsqueda de valores cristianos.
Un grupo de jóvenes tratando de encontrar formas nuevas de vivir valores cristianos: la justicia, el amor, la solidaridad, etc. Ese fue el comienzo de esa experiencia. Jóvenes tratando de ser obreros prestando un servicio a la comunidad con estructuras justas y relaciones humanas verdaderas, poniendo el dinero en segundo término, buscando principalmente la empatía y la solidaridad.

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Tejido profundo: trabajo del pueblo para servicio del pueblo

Por Humberto Lozano

3 EL TEJIDO PROFUNDO. Conclusión

Los puntos finos… los que no se ven… los que están debajo del bordado… los que unen cada hilo con el TODO y se extienden a través del tiempo hasta el presente: cada conversación, cada festejo, cada discusión, cada taco que compartimos , las cocas de la tarde… las chelas de los sábados , los partidos de fut, los bautizos, los días de campo, el ping pong, el comedor…… el sin fin de detalles que se dieron en la intensa convivencia entre TODOS los que compartimos este maravilloso proyecto de trabajo y que HOY es parte viva de nuestra historia de vida.

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La belleza de un camino, trayectoria de un sueño

Por Humberto Lozano

2  LA BELLEZA DE UN CAMINO. Narrativa

Don Adalberto Almeida y Merino y su equipo me recibieron con los brazos abiertos y me apoyaron más allá de lo que yo pudiera imaginar. Solo tengo un inmenso sentimiento de agradecimiento a todos ellos.

Vino la etapa del Chapo Aguilar… Pedro Ortega y el barrio de San Pedro en el centro de la ciudad con la dirección del Padre Cereceres. Fue un año de grandes experiencias : la Juárez 1212 hasta que llegó el tiempo de la Ordenación. Lo que había vivido y la gente que había conocido me llevaron a replantearme de nuevo una forma de  Servicio. No se pudo lograr porque aun no era el tiempo. Rodolfo y Pedro se ordenaron y yo decidí seguir buscando pero ya fuera de la Institución. 

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Lore Servín: La inolvidable Mueblería del Pueblo

Por Lorelei Servín Herrera

Es un gran gusto para mi participar con un breve texto sobre La Mueblería del Pueblo. Comenzaré primero señalando que por ahí del año 1982-1983 Gaby mi hermana y yo, por azares de la vida conocimos a los muchachos que vivían en La Lealtad, también a los chavos que vivían la Sierra Tarahumara, y desde luego a todo el grupo de La Mueblería del Pueblo.

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Juan Cruz: Una pequeña parte de lo mucho que estoy agradecido con “La Mueble”

Por Juan Ángel Cruz Elorriaga

— A finales de año 1981, Chaco me invito a trabajar en una carpintería en la cual trabajaba su hermano Prici y nos presentamos en la calle Zarco casi esquina con 46 en la colonia Zarco la cual resultó ser la “MUEBLERIA DEL PUEBLO”.

Entramos como apredendices de carpinteros, ahí trabajaba Martin “el maistro”, Humberto ” el flaco”, Leonel “león”, Lorenzo “lencho”, Martin Flores y Don Ruperto Anchondo. Enfrente estaba refaccionaria Octavio Vázquez que apenas empezaba en un pequeño cuarto en la esquina de la 46.

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Andrés Carrillo: nunca olvidaré esta experiencia, marcó mi vida como obrero

Por Andrés Carrillo González

— Este será un intento de narrativa sobre la experiencia en la mueblería del Pueblo.

Cuando decidí salir del seminario me vine a radicar a la ciudad de Chihuahua donde tenía más posibilidad de desarrollarme ya que aquí deje muchos amigos que ya estaban trabajando y como quiera más asentados en la vida citadina que yo quien apenas estaba afrontando el reto de enfrentarme a la vida sin vivir dentro de la formación sacerdotal.

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