El gran Juanito

Un barco frágil de papel
Parece a veces la amistad
Pero jamás puede con él
La más violenta tempestad

Porque ese barco de papel
Tiene aferrado a su timón
Por capitán y timonel
Un corazón, un corazón, mi corazón

Alberto Cortés

Por Lety Castillo

En 1985, a principios de marzo, inicié mis labores en la Mueblería del Pueblo y tuve oportunidad de conocer y descubrir que era posible construir un mundo nuevo y mejor. Ahí conocí a los compañeros que en anteriores escritos he mencionado, entre otros a JUAN ANGEL CRUZ ELORREAGA nuestro querido Juan Cruz quien ahora no está físicamente entre nosotros.

Juan llegó a la Mueblería del Pueblo, hoy Carpintería del Pueblo, junto con Monserrat Domínguez “Chacho”, hermano de Prisciliano Domínguez, “Prisci”, allá por 1981, invitados por el mismo Prisci, según su testimonio.

En mi primer día de trabajo en la Mueblería, recuerdo perfectamente la imagen de Prisci, sentado en una de las sillas que había en la oficinita que ocuparía yo. Muy serio, por cierto, y creo que a la fecha lo sigue siendo. Desde luego que a Chacho era difícil no localizarlo dado su carácter más “cascabelero”, así como a algunos otros. A Juan lo recuerdo como el que no intentaba sobresalir sino más bien el que hacía lo que se le pedía. Como él nos comenta; eran aprendices de carpinteros y después de 4 años, que fue cuando llegué yo, creo que ya habían aprendido carpintería, pero sobre todo habían aprendido de esa escuela de la vida que nos invita a ser mejores seres humanos y Juan lo aprendió muy bien sin hacerse notar.

No sé cuántos años permaneció Juan en la Mueblería, más de 10 ciertamente, pero lo que sí me queda claro es que “La Mueble” (como él le decía) se quedó en el corazón de Juan.

Juan aprendió no sólo de carpintería, o de pintura de muebles, sino también la venta de los mismos ya que él y Julia Miranda hicieron un magnifico equipo de vendedores en la Zarco y 42. Dos chaparritos “grandes”, con la camiseta bien puesta para lograr recursos para la “nómina” semanal que llegaba en un abrir y cerrar de ojos.

Siempre amable, sonriente, dispuesto y de buen modo atendiendo a los clientes y con mucho respeto a las sugerencias de Julia. Se notaba como disfrutaba lo que hacía.

Como buen amante de los deportes, siempre participó en todo lo que tenía que ver con el futbol y otros deportes, como él mismo menciona en su testimonio, pero el futbol era el deporte que los unía y nos unía, ya que las mujeres también disfrutábamos verlos en el descanso del medio día, con su portería que era tal cual, el “portón” de entrada al taller de carpintería. Juan junto con los demás compañeros siempre participaba en las “tercias” que casi a diario se organizaban.

Se viene una época difícil en “La Mueble” y Juan deja de laborar en la Mueblería del Pueblo junto con otros compañeros y una servidora. Es invitado por su hermano Marco Cruz a vender pinturas en una tienda ubicada en la Ave.  Ocampo. A partir de ahí empieza una nueva historia para él, pero sin dejar de lado “La Mueble” ya que continuó cercano a los muebleros a través de la venta de pinturas y del futbol, con el que él siempre buscaba que no se perdiera el sentido de fraternidad y que el corazón siguiera siendo “mueblero”. Su corazón se quedó en la Mueblería del Pueblo, aunque su persona era un vendedor más de pinturas.

Cuando supimos que Juan vendía pinturas, era nuestro referente si queríamos pintar desde una casa, un mueble o hasta el más mínimo pedazo de lo que fuera. Ir a comprar pintura con Juan era ir a recordar los tiempos bellos que pasamos juntos en nuestra universidad mueblera.  Pintar lo que fuera era ir con “Juanito” y que cosas tiene la vida, ¿por qué se fue a vender pinturas y no otra cosa? Yo creo que nos vendía “vida”… esa vida que necesitamos pintar cada día.

Mi cercanía en amistad con Juan surgió con más intensidad cuando ya estábamos los dos fuera del edificio “Mueblería del Pueblo”. Encontrarnos en su nueva chamba de vendedor de pintura,  era recordar y revivir el acontecer diario,  de los tiempos que nos hicieron crecer y descubrir que este ir y venir nos reencuentra para saborear el ayer vivido y el presente hacerlo presente en nosotros mismos con la mejor actitud. Siempre lo vi con una actitud positiva. Me ponía al tanto de los compañeros que también lo habían visitado o con los que se había reunido los sábados en la tarde para jugar futbol en las canchas de Ávalos, generalmente.

Me daba la impresión que era el que lideraba a la raza “futbolera” y sobre todo a la raza “mueblera” en esto del futbol. Me comentaba como les iba en el torneo y como después del juego se juntaban para las típica “chelas” con algún lonchecito, tal vez…

En los últimos años posterior al fallecimiento de nuestra querida Kuatita Pérez, Juan tomó la estafeta de procurar juntarnos en la Muebleria con ocasión del Día de la Raza. Fecha institucionalizada por nuestra Kuata, ya que a todos nos decía “la raza” con su preciosa voz ronca.

Y efectivamente, Juan nos andaba localizando para proponer el que nos juntáramos con el debido permiso de Reydecel, quien está al frente de la tan querida “Mueble”,  ahora “Carpintería del Pueblo”… Aunque nunca íbamos todos, los que logramos coincidir, disfrutábamos vernos y hacer vibrar nuestros corazones con el reencuentro en un espacio tan querido.

Con esto de la pandemia y al seguir soñando en juntarnos, un día me llamó para ver cómo seguir en esta unión de cariño y amistad a pesar de los tiempos de “distanciamiento social” y surgió la idea de formar el grupo de “WhatsApp” MUEBLERIA DEL PUEBLO, y se dio a la tarea de conseguir los teléfonos de la mayoría de los que él “sabía claramente” que seguíamos unidos por una época de oro para todos.  Así comenzó el grupo. Después se dio a la tarea de conseguir las fechas de cumpleaños de cada uno de nosotros ya que era importante el que, por lo menos virtualmente, nos felicitáramos o tuviéramos nuestro pastel virtual…

Se afanaba en enviar fotos de antaño con los compañeros en sus mocedades en “La Mueble”, o con equipos de futbol donde aparecían ya en posteriores años los mismos compañeros, a los que el mismo decía “veteranos”.

Un buen día me envió un video donde motivó a los futboleros en una cancha, tal vez en Ávalos,  para hacerle un pequeño homenaje lleno de aplausos a Leonel Carrillo, excompañero de “La Mueble” quien también falleció y quien era ícono en esto del futbol “mueblero”.

La ausencia de Juan nos ha pegado duro.

Junto con Fernis, siempre nos enviaba los saludos matinales para empezar el día con alegría, esperanza y buen humor. Fernis nos sigue dando “ánimo” y queremos que nunca deje de hacerlo.

Este era “el gran Juanito”… (Ta’nano, Molusco, etc..) No recuerdo más apodos entre la raza.

Esto es solo un poco de lo que Juan dejó en cada uno de nosotros. Yo me quedo, y creo que los demás compañeros también, con el último mensaje que nos envió en el “WhatsApp” a través de Fernis o de Hori… “DILES A TODOS QUE LOS AMO”…

Que mejor manera de hacernos saber que nos llevó en su corazón.

¡HASTA SIEMPRE JUAN!