Mueblería del Pueblo… fin de una era

  Cuando uno solo sueña es un sueño, una fantasía, una ilusión, pero cuando varios, …muchos, soñamos juntos, es ya una esperanza, una hermosa utopía.

Helder Cámara

Por Leticia Castillo

Empezar a escribir un final siempre es difícil porque no encuentra uno por dónde empezar.

La tan querida Mueblería del Pueblo, hace más de 40 años inició actividades con tres grandes maestros (Humberto, Leonel+ y Lorenzo+) en un cuartito de una colonia proletaria de la ciudad de Chihuahua. Con sus mínimas herramientas, pero con todo el entusiasmo de generar un cambio social en la elaboración de muebles y artículos de madera al alcance de personas de escasos recursos.

En ese tiempo todavía no era más que una simple carpintería con tres soñadores que se la jugaron ante las adversidades de las economías inestables que iban y venían en ese tiempo. Serían los años 79-80.

Empezaron haciendo marcos y puertas de madera y algún que otro mueblecito que les iban solicitando los mismos clientes hasta que un día los descubrió un mueblero, es decir, el dueño de una tienda de muebles, y les mandó hacer unas “cómodas cajoneras”. Ante tal petición, empezaron a fabricar los muebles solicitados, mismos que volvieron a la colonia donde ellos los fabricaban, pero a un precio tres veces más alto que el que ellos cobraban por elaborarlos.

Este hecho los llevó a reflexionar y pensar en vender los muebles directamente a la gente, pero a un precio más justo. Con los ahorros por las ventas de los muebles, puertas, marcos, etc. buscaron un lugar más amplio para trabajar y tener más espacio para la elaboración de los mismos. Así fue como encontraron un lugar en la Av. Zarco de la misma colonia Zarco.  Era un espacio modesto, pero más amplio que el que tenían en la colonia donde empezaron.

No muchos años después; esto como la espuma, siguió creciendo… la fabricación y la venta se incrementó por lo que fue necesario buscar un espacio todavía más grande ya que se contaba con recursos para crecer un poco en esto de la fabricación de muebles.

Ante este crecimiento hubo la necesidad de invitar a más trabajadores a colaborar en este sueño y así fueron llegando quienes ahora son unos verdaderos maestros de la carpintería. Hablamos de hace más de 40 años. Un Fernis, un Juan (+), un Sabino, etc., quienes a sus 17 años empezaron su escuela de carpinteros, pero más que de carpinteros, fue una escuela de la vida, con enseñanzas de solidaridad, bondad, respeto, justicia, amor por el prójimo, en fin, tuvieron 3 maestros que en el día a día aprendieron que la vida se vive sirviendo y amando.

Posteriormente y ante el crecimiento de ventas de muebles se pensó en invitar a colaborar en este proyecto a más compañeros que quisieran aventurarse a caminar en equipo y soñar juntos un mundo mejor.

En este crecer y crecer, se requirió de un espacio todavía más grande, para poder instalar maquinaria más especializada y así pensar en hacer trabajos en “serie” y crear una fuente de trabajo distinta, pero con los valores antes mencionados. Se consigue el espacio de la Ave. Zarco y 42 donde actualmente se encuentran los talleres y oficinas de la misma.

Ante este crecimiento se invita a colaborar a los compañeros de la colonia Lealtad.

Arturo González, Jaime Vázquez +, Adolfo Decanini, Reydecel Calderón (+) y así fueron llegando unos y otros invitados por los mismos compañeros con la consigna de recorrer una misma senda.

Yo creo que ni Humberto (El Flaco para todos) ni Leonel (+) (El León) ni Lorenzo (+) (Lencho) imaginaron que un día formarían una enorme familia mueblera. Que lograrían crear un espacio de formadores de almas buenas, de corazones amorosos, de buscar la unión, la justicia y el respeto ante todo; yo creo que jamás lo imaginaron. Pero es una realidad.

Encontrarse hoy con alguien que vivió esta experiencia, es encontrarse con personas envueltas en una sola alma buena.

Hacia los 90 y ante las crisis económicas a nivel nacional hubo necesidad de que varios compañeros emigraran de la tan querida Mueblería.

 La mayoría con familia e hijos pequeños y sin la posibilidad de generar ingresos para “chivear” fue necesario reducir la nómina y por tanto quedaron unos cuantos de los más de 25 que llegó a formar el equipo de carpinteros, pintores y administradores.

Entre los que se quedaron a continuar con este sueño fueron: Reynaldo Padilla, Jaime Vázquez (+), Mario Decanini (+) Andrés Rivas, Francisco Romero y Reydecel Calderón (+). Éste último tomó el timón del barco y asumió la labor de coordinador y administrador.

La Mueblería que en los 90 dejó de ser Mueblería para ser exclusivamente “Carpintería del Pueblo S de R.L.M.I. volvió a resurgir con nuevos trabajos, distintos a los que en años anteriores se hacía, pero con la misma mística. Solidaridad, respeto, JUSTICIA entre otros.

La muerte fue tocando a las puertas de la tan querida Mueblería.

Fallecieron Jaime Vázquez, Kuata Pérez, Dionicio Decanini, posteriormente durante la pandemia del Covid falleció Mario Decanini y anterior a él habían fallecido en la misma época Juan Cruz y Leonel Carrillo, el León. Éste último de los iniciadores, quien también se retiró y falleció en Estados Unidos.

Las ausencias físicas hacen decaer los ánimos.

Este 2023 el timonel de la empresa, José Reydecel Calderón, es llamado por Dios después de luchar por meses contra un cáncer de pulmón. Un 22 de octubre, Reydecel deja este plano terrenal llevándose con él todo el cariño que sembró y dejando en cada uno un gran vacío, pero a su vez un gran aprendizaje de alguien que siempre pensó en el otro empapando sus relaciones con justicia y amor.

Tal vez la Mueblería-Carpintería del pueblo llegue a su fin, entre otras razones, por no tener quien tome las riendas de este sueño que para muchos que lo vivimos fue una utopía convertida en realidad esperanzadora.

Si esto sucede, creemos y esperamos será de la manera más JUSTA, especialmente para quienes ahora les toca cerrar ese portón y empezar una nueva era…